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Overdrive Test Drive: Ford Escape PHEV 2021

El popular crossover añade la opción de híbrido enchufable y ofrece hasta 37 millas de conducción 100% eléctrica

Modelo de prueba: Titanium

La Ford Escape tiene un lugar en la historia como el primer SUV híbrido en llegar al mercado para el año 2005 y después de un hiato de casi una década, regresa en dos versiones híbridas: una convencional y otra enchufable. Aunque ambas tienen mucho en común también se diferencian en varios aspectos importantes. En los pasados días puse a prueba la Escape PHEV 2021 para descubrir si es la mejor versión del modelo.

El diseño exterior de la Escape es bien europeo y no es casualidad, ahí es donde fue diseñado y donde se vende bajo el nombre Kuga. Se asemeja más a un hatchback que a un SUV, sin duda es la generación de Escape que más se inclina hacia el lado del carro en la ecuación de un crossover. Con el Focus descontinuado, la Escape en cierta forma lo reemplaza en la línea. Es casi imposible distinguir la Escape PHEV del resto con la excepción del puerto de carga en el guardalodo izquierdo y la parrilla cromada. Del interior se resalta el panel de instrumentos digital con nítidas animaciones y gráficas que cambian según el modo de manejo que se escoja. El resto es prácticamente idéntico al del resto de la línea. 

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Al igual que la Escape Hybrid, la Escape PHEV combina un motor 4 cilindros de 2.5 litros y ciclo Atkinson con dos motores eléctricos alimentados por una batería de 14.4 kilovatios-hora. Esta es la primera gran diferencia ya que al estar completamente cargada le da la habilidad de recorrer hasta 37 millas en modo eléctrico, yo pude viajar desde Hato Rey hasta Gurabo con 45% de batería disponible. En modo normal, ambos propulsores se combinan para 221 caballos de fuerza y rinden hasta 41 millas por galón en el ciclo combinado. En el ciclo equivalente de la EPA específico para vehículos primordialmente eléctricos, la Escape PHEV toca las aclamadas 100 millas por galón-equivalentes. La economía de combustible entre ambas es idéntica pero la Plug-In Hybrid aventaja a la Hybrid por 21 caballos, ventaja que se elimina con el peso adicional de las batería más grande. La transmisión es una e-CVT que en palabras sencillas usa el motor eléctrico principal como transmisión y da una sensación similar a una CVT tradicional. La operación es bien suave e imperceptible, es muy poco lo que se siente del motor de gasolina en la cabina. Como todo híbrido, el torque de los motores eléctricos le da un arranque inicial fuerte. Volviendo a la batería, con toma regular de 110 voltios se necesitan alrededor de 11 horas para recargar la misma mientras que una de 240 voltios (nivel 2) solo toma 3.5 horas. De lo que puedo recordar de la Escape regular con el motor EcoBoost de 2.0 litros, la experiencia de manejo no se altera demasiado aún con el peso añadido de la batería y demás componentes eléctricos. Es un manejo bien europeo, evidentemente Ford le dió una calibración de carro a la Escape para diferenciarla bastante de la Bronco Sport al nivel que es difícil creer que ambas comparten la arquitectura básica. La suspensión es lo suficientemente firme como para dar un buen feedback de la carretera pero no lo suficiente como para incomodar a los pasajeros.

¿Es la mejor versión de la Escape? La respuesta es sí pero entre la Escape híbrida y la híbrida enchufable la decisión se debe basar principalmente en si tienes donde recargar a menudo para aprovechar las 37 millas de autonomía eléctrica. Si la tienes, la decisión debe ser simple. Para el resto que vive en condominio o no tiene acceso a una estación de recarga frecuente, la Escape híbrida convencional es tremenda opción. Precios comienzan en $31,995 por la SE hasta $39,995 por una Titanium tope de línea lo que la ponen en un lugar bien atractivo para muchos consumidores, a esto se le suma la que exención de arbitrios pone a la Escape Plug-In Hybrid hasta por debajo en precio a una convencional equivalente.

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