El icónico cofundador de Apple, Steve Jobs, es una figura legendaria en la historia de la tecnología. Conocido por su visión innovadora, dejó una anécdota que encapsula su implacable búsqueda de la perfección involucra al desarrollo del primer iPod en 2001 y un acuario lleno de agua, una historia que vale la pena explorar, su enésima locura.
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Cuando los ingenieros de Apple presentaron el primer prototipo del iPod a Jobs, esperaban ansiosos su aprobación. Imaginaban que este revolucionario dispositivo, destinado a cambiar la música tal como la conocemos, sería bien recibido por el cerebro detrás de Apple. Sin embargo, la realidad fue un poco diferente.
Steve Jobs tomó el prototipo en sus manos, lo examinó detenidamente, evaluando su tamaño, peso y diseño en general. Tras un análisis rápido pero profundo, su veredicto fue inequívoco: el iPod era demasiado grande para su visión.
Jobs no estaba satisfecho con las dimensiones del dispositivo. Como recuerda Computer Hoy, creía que el iPod debía ser lo más delgado y compacto posible, sin margen de error en cada milímetro de su diseño.
iPod al agua
Los ingenieros, que habían trabajado incansablemente en el desarrollo del prototipo, se sorprendieron y, comprensiblemente, se sintieron desanimados. Habían invertido una cantidad significativa de tiempo y esfuerzo en el proyecto y creían que habían llegado al límite de lo que se podía lograr en términos de reducción de tamaño sin comprometer la funcionalidad del dispositivo.
Le explicaron a Jobs que no podían hacerlo más pequeño sin sacrificar su funcionamiento, pero él no estaba convencido. Fue en ese momento cuando ocurrió el episodio que se convertiría en una anécdota legendaria en la historia de Apple: Se levantó de su silla, tomó el prototipo del iPod en sus manos y, sin decir una palabra, se dirigió a un acuario lleno de agua en la sala. Ante la mirada atónita de los empleados presentes, dejó caer el dispositivo en el acuario.
A medida que el iPod se hundía, las burbujas de aire comenzaron a salir del dispositivo y a ascender hacia la superficie. Jobs señaló las burbujas y declaró: “Estas son burbujas de aire, lo que significa que hay espacio dentro. Hazlo más pequeño”.
Los ingenieros regresaron a su labor con un nuevo objetivo, aparentemente desafiante pero no imposible. Sabían que debían encontrar una solución para reducir el tamaño del iPod sin sacrificar su funcionalidad. El resultado de su tenacidad y dedicación es bien conocido: el primer iPod se convirtió en un ícono de la industria tecnológica, gracias a la determinación de Jobs de lograr la perfección en el diseño y la funcionalidad de los productos de Apple.