A 51 días de María, la crisis humanitaria en Puerto Rico no se ha limitado a la carencia de comida y de suministros de primera necesidad. La luz no ha sido lo único que le ha robado el sueño y la alegría a los boricuas, ahora resulta que hasta las galletitas de perro son capaces de seducir a los mortales del patio cuando ataca el hambre huracanada. Y eso, que este boricua ni siquiera vive en Puerto Rico.
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Un humilde samaritano portoricensis protagonizó un hecho para la historia. ¡Buen provecho Ernest!
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