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De Churumba a Angelo, el cangri de Ceiba: “Me dicen el león del Este”

La furia felina se apodera de la Palma. ¡Raaaaaaaawwwwwr!

Leon del Este

 

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Primero, denle play a esto, pa\’ que enyoyen…

 

Vamo’ allá.

Según los archivos historiográficos de la Biblioteca de Alejandría del siglo 21 (Wikipedia), los leones eran raros en la Antigua Roma y los sacrificios humanos fueron prohibidos, de acuerdo con la leyenda de Numa Pompilio, redactada en el siglo VII antes de Cristo. La damnatio ad bestias (la condenación de las bestias, en el buen latín) no apareció como una práctica espiritual, sino más bien como un espectáculo.

 

Hoy se puede decir que el Coliseo Romano, más allá de escenario de incontables batallas, fue un espacio que puso a prueba a gladiadores y fieras. Por eso, no debe extrañarle a nadie que en Ceiba, un pueblito de amplia profundidad historio-cultural en el área este de Puerto Rico, hallan líderes políticos que se auto proclamen como leones, cuando ya en Ponce don “Churumba” Cordero cumplió una sacrosanta carrera política como el león mayor.

Según cuentan las memorias pueblerinas del importante municipio costero, su gran señor Angelo Cruz es toda una bestia de foro romano y ni el Cesar Ricardo Rosselló Nevares lo amedrenta con su supremacía política.

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¡Ruge, león!


En su consilium feline (política felina, en buen latín), la fiera Cruz dejó claro que se trasformó en león en defensa de su pueblo y para su pueblo. Y es que, alegadamente, el Cesar Rosselló mandó al caraj* al feles hominibus (gato de la gente). Pero claro, eso no impidió que en la batalla gubernamental se lograran los objetivos de Angelito, que ya se llevó las lanchas de Aníbal Meléndez para su sabana.

 

Lo importante de este importantísimo recuento histórico, es que en la selva criolla tenemos un león que no se la deja montar de nadie. Angelo es bravo, es rebelde y es atrevido. Su pueblo le alimenta el espíritu para hacer justicia, así sea contra los líderes de su propio partido.

 

Ya lo dijo el general Máximo Décimo Meridio en su discurso a sus tropas en la batalla contra los germanos:

“Imaginen dónde quieren estar y se hará realidad. Los quiero firmes. No se separen de mí. Si se ven cabalgando solos por verdes prados bañados por el sol, no sientan miedo. Estarán en el elíseo  y ya se habrán muerto. Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad”.

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