Béisbol

Lindor y el reto de los Mets

Un boricua en Nueba Yol. Nada nuevo... Ahora bien, hay que ver si ese bate truena o no.

Hace unos días – y gracias a quien en este año pudiese convertirse en la cara del deporte neoyorquino – Carlos Baerga tuvo un flashback de uno de esos momentos agridulces que con el pasar de los años se aprenden a mirar con cariño.

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“Cuando (Francisco) Lindor pasó de Cleveland a Nueva York, eso a mí me acordó el cambio mío”, dijo Baerga vía telefónica durante la mañana de un soleado martes de enero en Puerto Rico.

En medio de un pandémico ’deja vu’, el otrora excelso intermedista y ahora analista deportivo intentó explicar la acre relación beisbolera entre Cleveland, Nueva York y Puerto Rico, en el marco del canje que lo sacó de un mercado pequeño en el corazón de Estados Unidos en ruta a la Ciudad de los Rascacielos el 30 de julio de 1996.

“Bendito, le tiene que haber dado duro a la fanaticada… y más duro le dio cuando se fue Carlos Carrasco, porque ellos dos eran la cara de ese equipo, no solo ayudando al equipo a ganar, sino en la forma en que [Carrasco] volvió de su enfermedad, dio todo por la organización, o cómo Lindor se ha ganado a todos con su estilo”, agregó.

Sobre el cambio que lo envió de Cleveland a Nueva York, Baerga recordó que “al principio, a mí me molestó”.

“El equipo venía de ir a una Serie Mundial (1995, versus Atlanta) y otra vez estaba ganando, a 15 juegos por encima en el primer puesto. Yo estaba medio lesionao’ del tobillo, jugué esa primera parte de la temporada así. No había la necesidad de cambiarme y fue duro pa’l fanático”, apostilló.

“Caí en cuenta luego de lo que significaba ese mercado de Nueva York. Me dolió, pero si el mismo equipo de Cleveland quería salir de mí, yo también lo entendía”, añadió.

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Para Baerga, el cambio a Nueva York fue incómodo pues veía injusto salir de la camaradería cotidiana que vivía en Cleveland con una comunidad puertorriqueña en pleno auge hace 30 años atrás. Reconoce que esto no es el 90 y pico, que ahora hay internet, Instagram, “Paquito se pasa ahí to’ el tiempo, él sabe de eso”, y que a la muchachería le llega la información a través de los eruditos beisboleros de Twitter. Lindor estaba al tanto de lo que venía, además que sabe que ya le toca su buen billete.

“’Chacho, con esa sonrisa y su actitud alegre… ¡y en ese mercado! Se va a quedar con el canto”, suelta Baerga, cual tío orgulloso de algún premio obtenido por su puchungo sobrino.

El acuerdo con Cleveland envía a Lindor a los Mets junto al Carrasco, a cambio de los campocortos Andrés Giménez y Amed Rosario y los prospectos Josh Wolf e Isaiah Greene.

Baerga entiende que Lindor tiene una gran oportunidad, pues, por la pandemia, “no va a tener a la prensa dentro del clubhouse, no va a haber prensa en los próximos dos años al menos”.

“Y el dueño nuevo (Steven Cohen) quiere invertir, quiere traer peloteros para ganar, cambiar la atmósfera por completo del juego. No dudo que vaya a buscar a (George) Springer, porque quiere otro bateador. Esto es un momento buenísimo para él y para los Mets. Lindor está en su peak, está en su prime “, expuso.

“Después de Mike Trout, Lindor es la cara de MLB. Su liderato le cae bien a los Mets, su sonrisa es un money maker. Y fuera del terreno, Lindor es un negocio solo. ¡Para mí es mejor que Aaron Judge! Si hay un pelotero que puede sobrevivir allí en Nueva York es él. Es más, Lindor es la cara del deporte en Nueva York ahora mismo, no hay nadie en MLB, en la NBA o en la NFL que lo opaque. Un puertorriqueño es la cara del deporte en Nueva York ahora mismo”, apostilló Baerga.

“Ah bueno, ahora para él la diferencia es que en Nueva York tú vas a salir en primera plana to’ el tiempo, esa es la diferencia mas grande, ja, ja, ja. Toca ahora aprender a aguantar, no desenfocarse”, puntualizó.

Los boricuas con los Mets

Hay grandes expectativas de lo que le esperará a Lindor en los Mets y también hay escépticos que se dejan llevar por supuestos maleficios de antaño que creen que el uniforme de los Mets carga alguna macacoa para los boricuas. Nada más lejos de la verdad.

“Cuando dicen que los peloteros puertorriqueños que se ponen el uniforme de los Mets se caen, eso es relativo. Uno mira los números, y pudiese ver lo contrario”, manifestó el gran maestro jedi del análisis peloteril, Jossie Alvarado.

“Veamos a Alomar, cuando llegó a los Mets. Roberto llegó a los 34 años”, comenzó a discernir Alvarado, recordando aquel día de diciembre de 2001 en el que Alomar pasó también de Cleveland a los Mets, en un canje de ocho jugadores.

“Venía de una gran temporada. Lo que le pasó a Alomar en Nueva York a mí me sorprendió mucho, pues en 2001, en Cleveland. En 2001, bateó para .336, con 100 empujadas, 30 bases robadas, 20 jonrones. Él no venía bajando”, recalcó el salinense Alvarado, quien durante su carrera cromo cronista y analítico del béisbol ha escudriñado hasta más no poder la carrera deportiva de su estelar compueblano.

En la temporada de 2002, Alomar bateó para un decepcionante .266, lo que marcaría el inicio de su descenso hacia el retiro. Fue cambiado el año entrante a los Medias Blancas de Chicago. Se retiró en 2004.

Sobre Baerga, Alvarado resaltó que la situación con aquella lesión que el propio exjugador mencionó al inicio de este artículo pudo haber provocado “que bajara su producción”.

“Lindor tiene 26 años. Baerga, a los 26 en Cleveland, bateó para .314 y empujó 90 carreras, antes de que lo cambiaran al otro año a Nueva York. Alomar a los 25, en 1993, bateó para .326 con Toronto, se robó 55 bases y empujó 93 carreras”, subrayó.

Veamos ahora cómo lucieron con los Mets dos Carlos que mucha honra le han dado a Borinquen, dentro y fuera del terreno de juego: Delgado y Beltrán.

“Beltrán, con los Mets en 2005, con 28 años, bateó para .266, pero alcanzó el Juego de Estrellas. Al año siguiente, bateó para .275, con 116 empujadas y 41 jonrones. Logró el Juego de Estrellas, Guante de Oro, Bate de Plata y terminó cuarto para el Más Valioso en la Nacional. Luego, en su tercer año con los Mets gana otro Guante Oro y otro Bate de Plata. A él no le pasó lo mismo que a Roberto o a Baerga”, indicó el maestro de la estadística del diamante.

“Entonces, Delgado llegó a Nueva York a los 34 años, dio 38 jonrones, empujó 114 carreras. Al otro año, dio 24 jonrones y empujó 87 carreras y al tercer año sacó 38 bolas del parque y empujó 115 carreras. Decir que los boricuas se caen, pues esto hay que mirarlo con lupa”, agregó Alvarado.

A esto agrégule la jornada de Bobby Bonilla, quien pasó tres temporadas con los Mets, de 1992 a 1994, siendo su mejor esa última, la cual fue acortada por la huelga, justo cuando Bonilla bateaba para .290 con 67 empujadas y 20 jonrones antes de que se detuviera la acción aquel histórico 11 de agosto de 1994.

Pero con Lindor estamos ante una bestia distinta y diferente, quizás hasta incomparable con los astros mencionados, especialmente por la forma en que ahora se mide y se juega el béisbol. Habrá un mar nuevo de estadísticas y análisis de tendencias, pero hay que seguir dándole a la pelota con el bate, buscando sacar al bateador contrario de out y esas cositas básicas. Y en ese firmamento, el chamaco de Caguas brilla tanto que ya se le menciona junto a un gran inmortal boricua.

“Los primeros seis años de Lindor con Cleveland y los números que acumuló solo son comparables con lo que hizo otro Orlando ’Peruchín’ Cepeda. Ni Iván Rodríguez, ni Carlos Beltrán, ni Carlos Delgado, ni Bernie Williams, ni Edgar Martínez… solamente ’Peruchín’ supera los números de Lindor en los primeros seis años de la carrera de un puertorriqueño”, aseguró.

Con Cleveland, Lindor cosechó promedio de bateo de .285 con 99 bases robadas, 411 carreras empujadas y 138 jonrones. Alvarado entiende que estos números deberán mejorar, si no de inmediato, de manera progresiva, pues “el tipo de juego de la Liga Nacional no debe afectarlo ya que estamos ante un pelotero completo”.

“Tiene contacto, da cuadrangulares, batea para buen promedio. Con su personalidad, creo que puede manejar estar en Nueva York. Pudiera pasar, por ejemplo, que Lindor arranque en candela y Nueva York le dé aún más candela, al punto que se convierta en una mega superestrella“, enfatizó.

“Está listo para dar ese salto y su personalidad es un imán. El viene a borrarte de la mente cualquier cosa que tú creas qué le pasó a los otros peloteros boricuas allí”, finalizó el veterano hombre de béisbol.

 

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