Contexto

"Todo está bajo agua"... Boricuas en Houston narran el desastre

Llovió tanto que casi llega Noé.

Es domingo, apenas cae la noche en Houston y suenas dos disparos. Lleva lloviendo torrencialmente desde el viernes gracias al huracán Harvey. Ahora la lluvia anda más en baja, se puede salir.

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“Oímos los tiros, esperamos un ratito y salimos con cuidado a dar una ronda. Yo te digo, lo que vimos fue parapelos”, le relata a El Calce el puertorriqueño José A. González, desde Meyerland, al suroeste de Houston.

“La cosa acá se puso mala, bien mala”, repite.

Nos recuerda que durante el fin de semana la ciudad del equipo donde juega Carlos Correa ha estado bajo agua. Han sido los estragos de Harvey, que si bien no azotó a Houston con gran intensidad en sus vientos se mantuvo rebotando de lado a lado varios días en esa ciudad, dejando caer un diluvio de magnánimas proporciones.

“Y la gente andaba loca por la calle. Imagínate, muchos no se habían preparado. Gente buscando hielo, con mucha paranoia, gente que ha perdido mucho, sus casas incluso. Gente desesperada. Cae la noche, hay muchos apartamentos vacíos y uno nota la gente a la deriva”, agrega durante nuestra conversación.

Cuando José y su hermano saliron tras oír los tiros se toparon con una escena horripilante.

“Ahí, en el suelo, un señor tirado. Se desangra”, explica.

Dice que oyó que en una discusión con un vecino “el señor que estaba en el suelo” recibió dos tiros. Usualmente, recuerda, “cuando uno llama a Emergencias (9-1-1) por algo así tardan cinco, diez minutos en lo que llega la policía”.

“Pero allí lleva como dos horas tirado el tipo”, indica José.

“Allí estaba agonizando, moviéndose de lao&#39 a lao&#39. Te digo, estuvo como dos horas y no llegaba ambulancia, porque todo estaba cerrado por el agua, no había paso. Todo está bajo agua. Yo estuve como dos horas y me fui, porque tenía que cuidar de mi familia. Uno se pone protector, te cambia la perspectiva de cómo deben ser las cosas. Había mucha tensión en todos lados”, explicó.

José se enteró que finalmente lo sacaron de allí en una &#39pick-up&#39 y cuando llegaron a la parte inundada “lo montaron en un bote” para finalmente buscarle auxilios médicos.

Esta fue la cúspide de la serie de álgidos momentos que vivieron José, su familia, sus amigos, sus vecinos, básicamente todo el sur Houston. Pero los episodios de desesperación que han visto y vivido han sido muchos.

 

“Gente cruzando con el agua hasta la cintura. Gente de un primer piso, trepándose como pudiesen al segundo piso de la casa porque el agua los jodió. Los helicópteros del Coast Guard recogiendo gente. Ves que el agua casi le lleva hasta al techo del convenience store. Yo mismo he estado horas sacando agua de la entrada de mi apartamento para que no se me metiera arriba”, recordó el hombre de 38 años de edad, natural del Barrio Quebrada de Guayanilla.

“A mi hermano se le metió el agua al apartamento y tuvo muchas pérdidas. Perdió juego de sala, juego de cuarto, enseres. Él que se había fajao&#39 pa&#39 tener su apartamento ready, chico. Y en el sur de Houston, entre Dickinson y Pasadena, casi en Galveston, otro amigo mío lo perdió todo, mi pana”, lamentó antes de hacer un breve análisis de lo que entiende fue el factor clave en el desastre de Harvey en Houston.

Resaltó que el Braeswood Bayou, una de las reservas acuíferas más grandes de Texas, se desbordó y apabulló a toda la ciudad. Rutas como la autopista 610 “se inundaron hasta más arriba de los letreros”.

“Las ráfagas y el viento duro le tocó a sitios como Corpus Christie, por ejemplo. Aquí lo que nos jodió fueron las lluvias constante, y que el drenaje no estaba preparado. En Puerto Rico la gente se queja, que si el drenaje es malo, pero yo creo que eso es en todos lados. No puedo explicar bien esto, empezó a llover como nunca había visto y de repente estaba todo inundado. Esto ha sido un monstruo”, expresó.

González dijo que recuerda el embate del huracán Hugo en Puerto Rico, en 1989, aunque era un niño en ese entonces. Dice que “uno puede llevar viviendo en una isla de huracanes, pero si no lo has vivido no es lo mismo”.

Al norte de Houston, mientras tanto, otra familia de puertorriqueños pondera qué hacer, pues sigue lloviendo.

“Si, mano, esto está demente”, le dice a El Calce el artista puertorriqueño DJ Nattyvo, quien junto a su esposa y su hijo, viven desde hace unos años en Texas.

La lluvia ha sido constante, le resaltó a El Calce, desde el viernes, sin parar. Durante el martes, la cosa se tranquilizó… bueno, al menos con respecto a la lluvia.

“Ahora mismo el agua está llegando a la esquina de mi casa, porque se desbordaron las quebradas. El agua y la inundación esta tres casas mas abajo, así de cerca. Estamos rodeados de agua pero creo que no tendré que evacuar y estaremos seguros”, expresó DJ Nattyvo, conocido en el mundo de la música como especialista en dejar caer reggae del más goldo.

“¡Mis discos sobrevivieron!”, bromea, mientras le muestra a El Calce sus tácticas para proteger su colección discográfica.

“Eso era por si los vientos rompían la ventana y se metían al segundo piso, jaja”, indicó.

DJ Nattyvo al fin puede sonreír, tras los múltiples momentos de atribulación que vivió en los pasados días. “Seguimos en alerta, no sabemos si tendremos que evacuar, salimos y tomamos turnos cada hora a ver como esta nuestra calle.No se puede ir al norte, todas las carreteras están cerradas por agua. Estamos atrapados aquí. Tenemos comida para unos cuantos días mas”, le dijo el lunes a El Calce. Indicó que pasaron noches sin dormir. Su esposa resaltó que lo peor de todo fue “la incertidumbre, no saber si nos teníamos que ir o quedar. Pero por lo menos en casa no se ha metido el agua. Teníamos comida y estamos bien. Hay otros que están mucho peor”.

 

Después de todo, un huracán no es un chiste. González – quien llegó desde Guayanilla a Meyerland en 2006 – hizo un llamado al pueblo de Puerto Rico a través de El Calce.

“Uno viene de Puerto Rico buscando un mejor futuro, aunque quizás te das cuenta luego que no es la gran cosa, que la situación mejor un poco, pero que allá se vive con menos estrés. Lo que te digo es que de repente uno ve algo así, como este huracán y la perspectiva de uno cambia en muchos aspectos”, explicó.

“O sea, esta es una experiencia que yo no había vivido ni en el mismo Puerto Rico, donde uno está acostumbrado a los avisos de huracanes. Y yo viví el huracán Ike en Texas, pero esto es mucho, mucho peor. Si a través de aquí puedo compartir algo… Es que la gente piensa y se confía cuando anuncian un huracán. No, que si son lluvias pendejas, pero mira esto ahora mismo. Hay que monitorear estas cosas y prepararse. No lo cojan a chiste, porque el poder de la Madre Naturaleza sobre la gente puede ser muy destructivo. Hay que tener conciencia de esto”, finalizó el boricua aprovechando para enviarle buenos deseos a sus compatriotas en el archipiélago caribeño.

 

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