Hijos míos: Llegó mamá. Aquí estoy de vuelta a casa. Luego de un año fuera de El Calce, aquí estoy como El Hijo Pródigo.
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Dicho eso, le comparto una cosa: La única razón por la que pienso que el señor Oscar López Rivera debe estar fuera de la cárcel es porque es un envejeciente, y yo no creo en condenas largas. Por nada más. Pero antes de que empiecen a quemar banderas y a gritarme con sus teclados, lea mi opinión (que vale lo mismo que la de usted).
Yo le aplaudo a López Rivera sus actos de desobediencia civil y de militancia pacífica para defender la independencia de Puerto Rico. Yo respeto a cualquier persona que siente tanta pasión por sus ideales, que logra ignorar el miedo de salir a la calle con el puño en el aire.
Pero, vamos por parte, en 1981 López fue acusado y sentenciado por formar parte de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Puerto Rico (FALN), que —para el que no sepa– es una organización clandestina que luchaba por la independencia de nuestra joya caribeña.
Cuando lo detuvieron en Chicago —momento en el estaba en la lista de los más buscados por el FBI— López vivía casi en la clandestinidad junto a sus compañeros, quienes “había reclamado la autoría de múltiples atentados en Estados Unidos de los más de cien que alcanzarían a cometer, que dejaron seis muertos y decenas de heridos”, esto según reza la BBC Mundo (no me lo estoy inventando, mis niños).
“A él no se le probó que mató a nadie”, sé que usted está al borde de escribir. Pero formó parte de una gran serie de ataques que dejaron muertos y heridos (y formar parte de algo no equivale solo a tener presencia física, el planificar te hace uno de los autores de los hechos).
Esto usted lo vería mal si estuviéramos hablando de un grupo islámicos. Si esto lo hubiera hecho cualquier otra persona, usted no entendería por qué ese “terrorista” está saliendo de la cárcel. Pero como este es más boricua que el coquí, usted lo está recibiendo como un héroe nacional. No se le olvide que las víctimas tienen familias y están mirando como alguien que estuvo involucrado en la muerte de los suyos, es recibido con flores y algarabía.
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Entonces, hasta esta semana, López era el único de los militantes de las FALN que todavía cumplía condena. Y, en efecto, 36 años de cárcel son más que suficiente. Ser el preso político más antiguo del mundo no es algo que uno quiere en el resumé (pero tampoco abre la puerta para que te comparen con Nelson Mandela).
López no lleva ni una semana fuera de la cárcel, y ya le está enviado besitos y abrazos a Nicolás Maduro, uno de los tantos responsable de la crisis económica y humanitaria que vive Venezuela en estos momentos. Venezuela llora lágrimas de sangre, Maduro actúa como si nada y Oscar ya se sentó frente a una cámaras para aplaudirle. (Ah, y yo sé que muchos de ustedes me van a escribir que Maduro no está destruyendo su País, pero eso lo hablamos otro día).
¡Qué bueno que López esté fuera de prisión y puede disfrutar los años que le quedan con los suyos! Pero no me alegro de que a un día de estar respirando aire fresco, diga que espera que “las palabras del presidente Maduro sean el futuro de Venezuela”, o que anhela que “Venezuela logre ser lo que Chávez empezó”… Really?
Celebremos a quienes lo merecen; respetemos a quienes se lo han ganado, y empecemos a llamar las cosas por su nombre. López se merecía salir de la cárcel por su edad y porque una condena de más de 30 años es más que suficiente. Pero esto no se trata de que tenía que salir porque la vida ha sido injusta con él. Toda acción tiene una consecuencia, y estar preso fue el resultado de sus acciones y decisiones.
Ah, y puede que después de hoy una gran cantidad de mis panas me dejen de hablar porque no pienso como ellos, pero ya van meses de no escribir para no ofender sensibilidades. Yo me alegro de que él haya salido de la cárcel, como dije, 36 años dan y sobran. Pero no puedo actuar como si un héroe nacional acabara de pisar Tierra, porque no es así.
