Contexto

Los deportistas también tienen conciencia ético-política

Lo de Alex Cora y su negación a visitar la Casa Blanca, bajo la presidencia de Donald Trump, no es un asunto de estatus ni mucho menos una cuestión filosófica en cuanto a la tendencia política de Puerto Rico. Detrás de esa ausencia hay algo más humano: la conciencia y el carácter de una persona que asume la libertad del pensar para exponer un juicio crítico y su sentido propio en un asunto esencial de la vida.

Son 47 los hombres que han asumido la responsabilidad de dirigir a los Medias Rojas de Boston en una historia cuya génesis se remonta al año 1901 y en la que el dirigente boricua es el primer latino que aparece en el panorama para tomar las riendas del equipo y, en su primer año a cargo, lograr un campeonato en las Grandes Ligas.

Para algunos, ese impacto de Cora en los Medias Rojas se da en el marco de un imaginario deportivo donde lo político no tiene relevancia. No se reconoce el precedente que establece su llegada a la franquicia bostoniana, no se contextualiza su trabajo en el periodo y Donald Trump —con su política pública— no vale ni para pool ni para banca, aunque sean los latinos, particularmente los inmigrantes, los que más duro reciben el golpe de su retórica conservadora y excluyente.

A eso, le añadimos el flaco servicio de las autoridades federales tras el paso del huracán María y los demagógicos posicionamientos del presidente Trump en pro de la recuperación de Puerto Rico.

Hay quienes insisten que las grandes figuras deportivas tienen que desprenderse de su humanidad para someterse a las falsedades del espectáculo y multiplicar las suaves dominaciones del entretenimiento por caprichos económicos. Y se equivocan. Quizás, porque nunca han tenido la oportunidad de ponerse esos zapatos o porque los gabanes y el aire acondicionado resultan ser más placenteros que el éxito que se gana con sudor y trabajo duro.

Pretender ligar el nacionalismo, el independentismo, el socialismo y cuanto “ismo” venga a la mente en un asunto elementalmente HUMANO, es faltarse el respeto uno mismo, máxime cuando se hace con toda la intención de minimizar una decisión que surge —repito— de la reflexión, de la conciencia y del carácter de una persona que se atreve a asumir posiciones éticas y socialmente responsables ante una maquinaria política.

Y no, el dinero no debe ser, bajo ningún motivo, sinónimo de silencio e indiferencia a las injusticias. Cora y cualquier atleta puertorriqueño puede cobrar en dólares, pesos o yenes el dinero que se gane con trabajo. En el caso del cagüeño, el año pasado se convirtió en el segundo dirigente debutante más ganador de la historia de las Grandes Ligas, con marca de 108-54 y quedando a solo una victoria de igualar la gesta de Ralph Houk en 1961, con los Yankees de Nueva York.

En fin, como muchos deportistas, Cora rechazó la hipocresía, como también lo hará el estelar lanzador de los Medias Rojas, David Price, así como otros integrantes del equipo, incluyendo al también boricua Christian Vázquez. Los deportistas también tienen conciencia ético-política y asumen la responsabilidad ciudadana de velar por sus patrias, por la dignidad de su gente. La historia lo demuestra con ejemplos memorables. Porque, Papo, wao… esto solo se trata de darse a respetar. Lo demás es un foul hacia atrás que se lo lleva el viento.

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