Contexto

La empinada cuesta de la educación a distancia

Hoy, el salón de clases se traslada a los hogares

Continuar la rutina educativa a distancia o virtual puede resultar para muchos como un lujo en este periodo de emergencia provocado por la pandemia del coronavirus. Hoy, el salón de clases se traslada a los hogares.

Mientras tanto, algunas familias no cuenta con conexión a la red, otros con padres y madres que, debido a sus jornadas laborales, se les torna dificultoso convertirse en tutores educativos de sus hijos a tiempo completo. Y son los eventos como este los que vuelven a reflejar la esencialidad del magisterio en la formación de nuestra niñez.

Para la maestra barranquiteña Rosalyn Berríos, este periodo demuestra la vulnerabilidad económica de muchas familias y la falta de acceso al internet para continuar con la cargas del semestre académico. Y ante todo, desenmascara que para muchos el encierro se traduce en un tramo saturado de angustia.

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Berríos –con unos 20 años de experiencia en el magisterio– contó a Metro que su rutina educativa se ha visto trastocada para poder equipararse a todos los escenarios familiares en medio de la crisis. “Como maestros tenemos que ser un poco más empáticos, porque a veces pensamos que todos los estudiantes están viviendo las mismas experiencias, que todos estamos en el mismo nivel, que todos tienen tecnología en sus casas, que todas las casas son espectaculares o que son ambientes propicios para el aprendizaje. Y hay que estudiar cada caso. Hay que estudiar qué está ocurriendo en cada uno de esos hogares para entonces uno poder tomar determinaciones”, señaló Berríos, quien ofrece cursos en la Escuela El Farallón en Barranquitas.

Berríos ha ajustado sus estrategias para continuar educando a sus estudiantes del pueblo de la zona central de la isla reconociendo que cada familia presenta unas particularidades que en ocasiones provoca que no se completen las tareas a tiempo. Una de las maneras que adoptó fue enviar los trabajos por correo postal a aquellos estudiantes que no tuvieran acceso al internet. Inclusive, Berríos relató que este fue el caso de uno de sus estudiantes en el cual su familia tenía acceso limitado a la red para continuar las tareas que le asignaba.

Según la maestra, llevaba casi un mes sin tener contacto con los padres hasta que por fin recibió una llamada de la madre. “Cuando me llama y me dice que por favor que le enviara todas las tareas porque se había activado por fin su teléfono de ‘Obama’ que tiene con cubierta de internet limitada y minutos limitados para entonces recibir los trabajitos del nene y poderlo ayudar porque es lo único que tienen para comunicarse”, narró. Luego, Berríos dijo que la familia tuvo que trasladarse al hogar de un familiar para continuar las tareas ya que se había agotado los minutos. En ese momento, le sugirió a la madre del estudiante que le enviaría las tareas por correo postal.

“Le dije ‘no pases tanto trabajo si tengo la opción de enviártelos por correo’. Y entonces ella empezó a llorar…Nosotros [los maestros y maestras] estamos aquí para ser facilitadores”, indicó Berríos, quien publicó este relato en su perfil de Facebook y hasta el día de hoy más de 18,000 personas han compartido la publicación.

“Fue una experiencia que nunca había vivido y para la cual nadie estaba preparado. El tener que enfrentar una educación en línea sin tener recursos, sin tener estudiantes que estuvieran en equidad porque no todos tienen las facilidades de igual a igual para uno poder llevar ese tipo de educación. Y que a los maestros no nos hayan preparado para esto”, señaló Berríos. La maestra también comentó que ya el estudiante cuenta con el equipo necesario –que le proveyó una empresa de comunicaciones– para continuar sus asignaturas. Agregó que las emergencias como esta también destapan los escollos que muchas familias enfrentan para conseguir alimentos. Berríos contó que también se sumó a esta encomienda para repartir compras y alimentos a hogares de estudiantes de su escuela, pero que ya hoy se ha expandido a otras familias barranquiteñas.

Para Berríos, al inicio de esta emergencia, resultó una cuesta empinada para involucrar a los padres, madres y familiares en el proceso de aprendizaje de sus niños y niñas. Y confesó que llegó a sentir frustración y hasta desespero al no poder tener ese contacto a la distancia con sus estudiantes y sus respectivos familiares.

Pero si algo le queda claro a Berríos es que esta emergencia confirma nuevamente el rol decisivo que asume el magisterio todos los días en cada rincón de la isla. “En toda la vida de un ser humano los maestros son empleados esenciales porque somos junto con la familia los que trabajamos para guiar esas nuevas generaciones”, sentenció.

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