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Coronavirus preocupa a obreros que luchan por sus derechos a nivel mundial

Las tradicionales movilizaciones del Primero de Mayo se han visto limitadas por las cuarentenas

ATENAS — Sin empleo o con uno sin suficientes protecciones contra el coronavirus, millones de trabajadores en todo el mundo conmemoraban el viernes el Día Internacional del Trabajo atrapados entre el hambre y el miedo, mientras la mayoría de los países y estados se prepararan para reanudar su actividad económica aunque la pandemia está lejos de desvanecerse.

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La Ciudad Prohibida de Beijing abrió sus puertas de nuevo y centros comerciales desde Texas a Indiana se preparan para hacer lo mismo el viernes, mientras líderes de todo el mundo tratan de encontrar una fórmula para salvar a sus golpeadas economías sin desatar una nueva oleada de contagios.

Con las tradicionales movilizaciones del Primero de Mayo limitadas por las cuarentenas, los manifestantes turcos trataron de llevar a cabo una protesta salvaje, activistas de California planean huelgas, los checos harán sonar las bocinas de sus autos y los trabajadores franceses cantarán desde sus balcones para defender sus demandas: mascarillas en los puestos de trabajo, seguro médico y más ayudas del gobierno para los desempleados.

Es un Primero de Mayo lleno de melancolía para los trabajadores de las fábricas textiles de todo el sudeste asiático como Wiryono, un padre de dos hijos que vive en la capital de Indonesia y que perdió su empleo el mes pasado por el descenso de los pedidos de minoristas. Su segundo empleo como repartidor de café también terminó por el confinamiento. Así que ha abierto un negocio de reparación de ropa para llegar a final de mes.

“No gano tanto como en la fábrica de ropa. Pero tengo que alimentar a mi esposa e hijos todos los días”, señaló Wiryono, que utiliza solo un nombre.

En Bangladesh, la producción está volviendo a ponerse en marcha a pesar de que el número de casos confirmados y decesos por COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus, siguen subiendo.

Las cuarentenas no pudieron apagar el espíritu del Primero de Mayo en Grecia, donde los manifestantes formaron en filas guardando una distancia de dos metros en la Plaza Sintagma de Atenas. Los organizadores, con mascarillas y guantes, utilizaron cinta para delimitar las posiciones de los manifestantes.

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Las protestas del 1 de mayo comenzaron en el siglo XIX en Estados Unidos, donde el número de trabajadores que solicitaron ayudas al desempleo superó la barrera de los 30 millones esta semana. Según los economistas, el paro podría alcanzar en abril cifras nunca vistas desde la Gran Depresión de la década de 1930.

Esta jornada es feriado en muchos países, pero las órdenes de confinamiento provocaron que por primera en Rusia, cuyo primer ministro contrajo la enfermedad, no se celebren manifestaciones en la Plaza Roja.

Un ambiente festivo animó las calles de Sudáfrica el viernes, coincidiendo con el alivio de las restricciones. La población pudo salir al exterior para hacer ejercicio y algunos volvían a trabajar en pequeños grupos.

La antigua y majestuosa Ciudad Prohibida de China reabrió el viernes con todos los boletos agotados para las vacaciones del 1 al 5 de mayo y un límite de 5.000 visitantes al día, muy lejos de su anterior máximo de 80.000. La capital china reabrió sus parques y museos con los boletos controlados, unos tres meses después de la cuarentena que dejó a cientos de millones de personas en sus casas tras la aparición del brote de coronavirus en la ciudad de Wuhan, en el centro del país.

Malasia permitirá la reanudación de la mayoría de las actividades empresariales a partir del lunes, pero mantendrá el veto a las reuniones multitudinarias y el cierre de escuelas y lugares de culto. Tailandia se preparaba para reabrir los parques y algunos pequeños comercios, peluquerías y restaurantes, pero continuará con el toque de queda nocturno y la prohibición de vender alcohol.

En Australia, el primer ministro Scott Morrison, dijo que su gobierno quiere que la población se descargue la app COVIDSafe para ayudar a rastrear los casos antes de aliviar la cuarentena.

El virus ha matado a más de 230.000 personas en todo el mundo, incluyendo más de 61.000 en Estados Unidos, según el conteo de la Universidad de Johns Hopkins. El número de infecciones confirmadas superó los 3,2 millones, con un millón de casos en Estados Unidos, pero es probable que la cifra real sea mucho más alta por el acceso limitado a las pruebas, las diferencias a la hora de contabilizar a los fallecidos y la opacidad de algunos gobiernos.

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