El exgobernador de Puerto Rico, Carlos Romero Barceló, protagonizó otro de sus papelones en televisión nacional tras insultar a la periodista Kaly Esther Toro durante este pasado fin de semana. En la escena, que quedó evidenciada en el material de trabajo de Toro, Romero Barceló, alterado, cuestiona la capacidad intelectual de la reportera.
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No obstante, sabemos que no es la primera vez que el también conocido como ''El Caballo'' (decrépito, por cierto) ha sido objeto de burlas y críticas por su conducta, así como el chiste andante de nuestra isla.
A continuación una recopilación de los cinco momentos en los que este personaje de particular actitud hizo el ridículo:
Papelón en el programa de Ojeda (1988): En la transmisión de Ojeda Sin Límite Romero Barceló formó un cacareo con el fenecido Miguel Hernández Agosto cuando este le mencionó que descubrió la verdad de Cerro Maravilla. Un Romero alterado respondió: ''Cállate la boca y déjame hablar a mí''.
Puñetazo en Condado (2008): Sabemos que Romero Barceló se distingue por la forma violenta de comunicarse con su prójimo, sin embargo, en el 2008 se tragó sus palabras tras ser golpeado en la cara por el banquero Joseph Raymond Molina en un restaurante de Condado.
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Caída en cierre de campaña (2012): En el 2012 se convirtió en el vacilón del momento luego de caerse como pana en el cierre del campaña del Partido Nuevo Progresista. El exgobernador se tropezó con la estrella 51 de su tan anhelada estadidad.
Habla pestes de persona fallecida (2016): En el 2016 comete uno de sus más grandes ridículos y en televisión nacional (para colmo, en un programa de chismes) sostiene que Miguel Hernández Agosto fue ''el político más tramposo que ha habido en Puerto Rico y embustero y abusador'', por lo que envió un obituario a un rotativo del país manifestando estas fuertes expresiones.
Cuestiona capacidad de reportera (2017): ¡Vuelve hacer un papelón! En medio de una entrevista intenta humillar a Kaly Esther Toro luego de que esta le hiciera una pregunta sobre el alcalde de Guaynabo, Hector O'Neill.
Nunca cambies, Romero.