La pasión, el coito, las relaciones sexuales, no son poca cosa. Hacer el amor no es hacer un huevo frito o calentar un plato de comida en el microondas. No. Hacer el amor es profundizar la humanidad en una aventura corpórea en la que la carne multiplica sensaciones galácticas en los más recónditos rincones de la anatomía. Sí, y por eso es que Carmen Luvana se toma la libertad de decirle al mundo que los hombres todavía no entienden que solo el 20% de las mujeres se vienen con penetración.
Ven acá, los hombres están consciente que solo 20% de las mujeres se vienen solo con penetracion? El otro 80% te tienes que fajar ... por mi madre que un día escribiré un libro. Las mujeres no hablan por temor y la mayoría de los hombres están clueless
— CarmenLuvana (@CarmenLuvana5) November 26, 2019
Si usted es uno de esos especímenes masculinos con un poquito de más cartílago y pellejo entre las piernas, pero con poquísima masa encefálica en el sistema, tiene que estar consciente de que la magia sexual no se limita a ese imaginario pornográfico del mete y saca. Hay que viajar en el tiempo y también en la carne fluida. Hay que jugar a esconder siendo visto y entregarse a la maldad que impone la otredad combatida en plena rendición natural.
Exactamente el problema de algunos, se creen que porque lo tienen “grande” son buenos..... para nada. Repito porque lo veas en una película al final del día es actuación so Mandingo nada. Mejor coje notas
— CarmenLuvana (@CarmenLuvana5) November 26, 2019
En la redacción de El Calce estamos convencidos de que Carmen Luvana sacó 3,000 o más en el College Board. ¡No tenemos duda! Así las cosas, ármate de valentía y sé un ser humano antes que hombre.
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¡GRACIAS, CARMEN!
No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. “Pequeña muerte”, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. “Pequeña muerte”, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.
Eduardo Galeano