Comentario

A los que se fueron…

Recordar es vivir.

Cada día abro mi Facebook y veo como otro boricua anuncia su exilio. Jóvenes llenos de sueños, y la gran mayoría desfila por ese aeropuerto con una media sonrisa pasmá, porque su cuerpo es quien se marcha, pero su corazón se queda en este islote. Cuando un amigo se marcha las emociones son encontradas, porque aunque le envías todas las buenas vibras, también desearías que el reloj corriera en contra para poder compartir más tiempo con ese que hoy mira al norte. Y disparas el clichoso “ya nos veremos cuando vengas de vacaciones”, y lo repetimos para cortar el silencio, aunque no estamos seguros si habrá otra vez. La vida es corta, y entre hijos y quehaceres, quizás esa es tu última oportunidad para abrazar a ese pana o hermano que se une a la diáspora y decirle “te quiero con cojones”.

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Cuando despega un avión, otra familia se rompe. Madres que lloran por sus hijos, e hijos que viven en eterno estrés preocupados por sus viejos. La ausencia se empieza a notar en la fiesta familiar cuando falta el cielito lindo de Martita, o cuando extrañas las exóticas coreografías merengueras de Papo, tu primo borrachón. Entre sillas plásticas y Medallas, van recordando al que se fue con anécdotas de tiempos mejores, porque el amor a tu gente se demuestra cuando nunca los olvidas. Que como decía Rubén Blades: “a pesar de los problemas, familia es familia, y cariño es cariño”.

El que recoge motetes y se va a los Niuyores, siempre lo hace con la esperanza de volver; y como el panorama no es alentador, muchos de los que nos quedamos pensamos: “¿cuándo me tocará a mí hacer bulto y comprar pasajes?” La chamba es pa’ unos pocos, los trabajos bien pagos son a fuerza de pala o pa’l compay, y la luz está tan cara que hasta envidiamos la capacidad que tiene el Cano Estremera de ver en la oscuridad, pa’ no tener que prender una bombilla. El país bota gente, y como na’ bueno se pega, nos copiamos de los cubanos en llamarle “traidor” al que se va pa’ progresar. Yo no podría arremeter contra ningún hermano que va a doblar el lomo, que pone como primera opción a su prole y que va a matar la liga en esos fríos lugares donde la faena y el ’’ no van de la mano. No es malo el que se larga buscando echar pa’ lante, ni bueno el que se queda repitiendo cánticos de sirena.

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Campañas publicitarias, propaganda y hashtags para llenar el corazón, pero pocas opciones pa’ llenar la barriga. Los que se fueron no tuvieron una buena oportunidad de echar raíces acá, ni se marcharon porque menosprecien de donde salieron, lo hicieron porque al terminar ’ high’ les dijeron que “estudiaran para ser el futuro del país”, y les mintieron mirándolos a los ojos con el “hay trabajo para los que son buenos”. Las universidades llenaron sus matrículas a fuerza de embustes, y al graduarse solo tenían algo seguro: el bill del préstamo universitario buscando venganza. Y entre part time y part time, pasaron del “sueño americano” a la “pesadilla boricua”. Les enseñaron que con esfuerzo es que se alcanzan las metas, y ahora los insultamos cuando levantan vuelo en la búsqueda de prosperidad.

Hay más patriotismo en aquellos que del otro lado del charco siguen preocupados a lo que pasa aquí en la isla, que en esos que dañan nuestras playas y charcas dejándolas cagás demostrando cero amor a la tierra que los parió. Hay más honor en aquellos que desde afuera se les hincha el pecho cuando escuchan el “Salimos de aquí” de Fiel a la Vega, que esos que salivan cuando ven “la pecosa” o esos que hablan desde los “círculos intelectuales” sobre lo que el pueblo necesita, dándoles nalgas a las butacas, bebiendo vino y con un jugoso contratito “por asesorar”. “Yo no me rindo”, dicen con el pechito infla’o mientras el aire acondicionado le sopla en la cara. ¿Rendirse? ¿Ahora retar las circunstancias es rendirse? Desde esquinas cómodas pretenden analizar situaciones ajenas, pero ni pa’ Dios tiran un pie al bote; que no es lo mismo con violín que con guitarra.

“El que se va no puede opinar”… pfffttt. El que se va puede opinar de la isla TODO LO QUE LE DÉ LA GANA porque son puertorriqueños como tú y como yo. No son menos boricua los que se van que los que nos quedamos. Muchas veces, los que se van son los más que quieren este 100 por 35 lleno de polvo del Sahara y gente con tenis Jordan de imitación. Mientras allá hay puertorriqueños sacando la cara por el país, acá hay bambalanes pendientes a chupar de la teta del gobierno, y luego tienen la fuerza ’ cara de decir “I live where you vacation”. Y como este país es una contradicción, cuando los exiliados triunfan, reclamamos su victoria como “nuestra”. Nos apropiamos de su éxito si un medio los reseña, pero los criticamos si van a trabajar a una fábrica.

A los que se fueron yo les recuerdo que ustedes no se fueron na’. También les digo que los admiramos, que aunque la realidad nos abofetee y sabemos que las cosas no van a mejorar en buen tiempo, solo deseamos reencontrarnos con ustedes y abrazarlos. Extrañar lo que se ama es una de las cosas más difíciles, y ustedes día a día lo afrontan porque tuvieron el coraje y la valentía de buscar sus sueños. Prometemos nunca olvidar sus nombres, porque la historia algún día les hará justicia. Posiblemente en su exilio no haya retorno, y el norte ahora es su casa, pero Puerto Rico siempre será su hogar. Quizás ustedes dejaron su corazón aquí cuando se marcharon, pero se llevaron parte del nuestro en su maleta.

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